Una experiencia que conecta corazones a través del canto tradicional.
Del 21 al 24 de Julio y del 29 de julio al 1 de agosto de 2025, tuve el privilegio de participar en el Taller de Canto Folclórico Coreano (Minyo), impartido por el maestro Ricardo (@euichul_seo), en las instalaciones del Centro Cultural Coreano en México. Este espacio fue mucha más que un taller: fue una travesía sonora a través de la historia, el alma y la diversidad cultural de Corea.

Explorando las regiones del Minyo
Uno de los aspectos más fascinantes fue conocer las regiones del Minyo, cada una con su carácter distintivo:
Gyeonggi Minyo: Región de Seúl, Gyeonggi y Chungcheong. Su tono es claro y equilibrado.
Namdo Minyo: Provincia de Jeolla. Vibrantes, rítmicos y alegres.
Dongbu Minyo: Gyeongsang, Gangwon y Hamgyong. Energéticos y potentes.
Seodo Minyo: Hwanghae y Pyeongyang. Más suaves y líricos.
Jeju Minyo: De la isla de Jeju, con influencias únicas por su aislamiento geográfico.
El profesor del grupo Seouichol (@seoeuichul_gadan) nos explicó cómo el contexto geográfico, cultural e histórico influye directamente en la forma de interpretar el Minyo. La riqueza de estilos nos permitió entender que no existe un solo Minyo, sino muchos, cada uno con su alma propia.
Un canto para compartir
Durante las ocho sesiones del taller, practicamos y aprendimos "강강술래" (KangKangSullae), una canción tradicionalmente interpretada por mujeres en círculos mientras danzan bajo la luna. Esta canción, que forma parte del patrimonio intangible de la humanidad, evoca fuerza, unidad y esperanza. Cantarla en grupo fue profundamente simbólico, aún más siendo parte de un aula multicultural como la del taller.
Minyo: más que canciones, una conexión con la historia
Las canciones Minyo suelen clasificarse en tres grandes categorías:
Canciones de trabajo, para aliviar el cansancio durante jornadas agrícolas, de pesca o recolección.
Canciones rituales o ceremoniales, con valor espiritual y simbólico.
Canciones de entretenimiento o juego, interpretadas en festividades o reuniones comunitarias.
Cada una tiene un propósito, y todas reflejan la identidad colectiva de la comunidad que las creó. Para mí, fue revelador descubrir que cantar Minyo no es solo una cuestión técnica, sino un acto cultural profundamente emotivo.
Reflexión personal
Como reportera honoraria y amante de la cultura coreana, este taller fue una de las experiencias más significativas que he vivido. A través del canto, sentí que me acercaba a la esencia del pueblo coreano: su sensibilidad, su fortaleza, su alegría y su memoria.
Estoy profundamente agradecida con el Centro Cultural Coreano en México y con Seouichol por acercarnos a esta forma de arte. Este tipo de iniciativas son fundamentales para construir puentes entre culturas, desde la emoción, el arte y la educación.

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