Durante mi estadía en Corea, descubrí que el senderismo no es solo una actividad física, sino un pilar cultural profundamente arraigado en la sociedad coreana. Este país montañoso ofrece innumerables rutas bien señalizadas que se adaptan a diferentes niveles de experiencia, garantizando recorridos seguros para todos.
Fascinada por esta parte de su cultura, me aventuré a explorar cinco montañas emblemáticas de la provincia de Gyeongsangnam-do durante septiembre, octubre y noviembre del presente año, donde cada ascenso me regaló paisajes únicos y experiencias transformadoras.
Namsan: Mi primera experiencia en el senderismo
Mi primera experiencia en senderismo me llevó a la montaña Namsan, en el condado de Uiryeong. Con apenas 321 metros de altura, fue el ascenso más modesto de mi trayectoria, pero no por ello menos memorable. A diferencia de su famosa homónima de Seúl, esta Namsan cautiva por su serenidad natural y riqueza histórica.
Durante el ascenso, descubrí las tumbas antiguas de Jungdong-ri en una de las laderas: cuatro sepulcros milenarios declarados patrimonio nacional que constituyen reliquias invaluables en la región. A media altura del recorrido, se encuentra un parque deportivo equipado con aparatos básicos de ejercicio y bancas, ofreciendo un espacio ideal para recuperar fuerzas. Al llegar a la cima, la montaña me obsequió una panorámica espectacular de la ciudad.
Con lo anterior, pude notar que la cercanía de esta montaña al centro urbano la ha convertido en el lugar de descanso favorito de los habitantes locales, quienes encuentran aquí un oasis de paz lejos del bullicio cotidiano.

A la izquierda se encuentran las tumbas antiguas de Jungdong-ri, seguida por la reportera honoraria Laura López Velázquez en la cumbre de Namsan, luego el área de descanso de la montaña y, finalmente, un pabellón situado en el sendero principal. | Laura López Velázquez
Paryongsan: Una experiencia única entre pagodas de piedra
Mi ascenso a Paryongsan, una elevación de 328 metros en la región de Masan, comenzó con la exploración del parque Doltap o de pagodas de piedra. Desde los primeros pasos, quedé impresionada por la singularidad del lugar: miles de pagodas de piedra de variadas formas y dimensiones se extienden desde la base hasta los senderos que conducen a la cumbre, añadiendo un elemento único a la caminata.
Estas pagodas no son meramente decorativas. Durante décadas, el residente local, Yi Sam-yong, las erigió como símbolos de esperanza para las familias separadas por la Guerra de Corea, manteniendo vivo el sueño de reunificación nacional. Cada piedra apilada cuenta una historia de resistencia y fe.
El punto culminante fue el embalse Bongam, donde observé peces koi, tortugas y diversas especies de aves. Las áreas de descanso circundantes resultan ideales para contemplar este ecosistema acuático mientras se disfruta de un refrigerio.
Paryongsan trasciende el senderismo convencional. Su accesibilidad, valor histórico y riqueza natural lo convierten en un destino que ofrece tanto aventura física como una reflexión profunda sobre la memoria colectiva coreana.

Izquierda: La reportera honoraria Laura López Velázquez posa en la cima de Paryongsan. Derecha: Sendero del parque Doltap con las pagodas de piedra (arriba) y el estanque Bongam con su pabellón (abajo). | Laura López Velázquez
Mireuksan: Una joya que revela paisajes marítimos excepcionales
La montaña Mireuksan, con 461 metros de altitud, se eleva en el centro de la isla Mireukdo en la ciudad de Tongyeong. Durante mis dos ascensos a esta elevación, comprobé por qué resulta tan atractiva para excursionistas de diferentes edades: sus senderos cuentan con escaleras de madera que transforman la caminata en una experiencia accesible y placentera.
El primer ascenso lo realicé utilizando el teleférico, que acorta el trayecto final a solo 20 minutos hasta la cima. La segunda experiencia fue durante el “Festival de Deportes para Todos de Gyeongsangnam-do”, donde opté por un sendero distinto que me permitió apreciar la densa vegetación del bosque y las singulares formaciones rocosas.
En ambos recorridos, las panorámicas de Tongyeong resultaron espectaculares, mostrando la ciudad rodeada por el mar y las pequeñas islas de los alrededores.

Se muestra a la reportera honoraria Laura López Velázquez durante sus dos visitas a Mireuksan y la vista panorámica de Tongyeong desde la cima de la montaña. | Laura López Velázquez
Hwawangsan: Donde convergen la naturaleza y la historia
A 756.6 metros de altitud, en el condado de Changnyeong, se encuentra Hwawangsan, una montaña que cautiva tanto por su belleza natural como por los siglos de historia que resguarda entre sus senderos. Esta región, reconocida por la UNESCO como reserva de la biosfera, ofrece mucho más que paisajes espectaculares.
Mi aventura comenzó bajo la refrescante sombra de bosques frondosos, haciendo la caminata más amena. Sin embargo, conforme avancé hacia la cima, el terreno se tornó desafiante porque había senderos angostos que exigían mayor resistencia física. Al llegar a la cima, me recibieron los característicos campos de hierba plateada otoñal, creando un contraste sublime con las vistas de las montañas adyacentes y la ciudad.
Lo más impresionante fue descubrir la fortaleza Hwawangsanseong, la cual mide aproximadamente 2.7 kilómetros y rodea la cima de Hwawangsan. Esta fortaleza funcionó como puesto militar durante la confederación Gaya y la dinastía Joseon y, posteriormente, sirvió como base del general Gwak Jae-u durante la guerra de Imjin.

Izquierda: La reportera honoraria Laura López Velázquez posa en la cima de Hwawangsan. Derecha: Vista de la fortaleza Hwawangsanseong. | Laura López Velázquez
Jirisan: Mi ascenso más desafiante
De todas las montañas que he explorado en Corea, esta superó incluso a Hallasan, la cima más elevada del país. Jirisan, ubicada en el parque nacional del mismo nombre, es la segunda más alta de Corea con su pico Cheonwangbong alcanzando 1,915 metros. Posee un área grande que se extiende por tres provincias: Jeollabuk-do, Jeollanam-do y Gyeongsangnam-do, ofreciendo innumerables rutas de senderismo.
Aunque carezco de experiencia avanzada en excursionismo, decidí ascender Cheonwangbong, ubicado en Gyeongsangnam-do, contando con la guía de un compañero experimentado que garantizó mi seguridad durante todo el recorrido.
Desde el inicio, las instalaciones base me sorprendieron por su funcionalidad: un estacionamiento de dos niveles, un centro que presta gratuitamente equipo de senderismo y modestos restaurantes ideales para reponer fuerzas al descender. Mientras ascendía, pude notar que Jirisan es hogar del oso negro asiático; los letreros informativos sobre estos animales abundan en los senderos, recordándonos mantenernos alerta, aunque los avistamientos son poco comunes.
Otra cosa que captó mi atención fueron los refugios estratégicamente ubicados en las áreas de descanso. Estos albergues permiten descansar en la montaña a quienes planean explorar múltiples senderos, ya que es imposible hacerlo en un solo día, solo requieren reservación anticipada en su sitio web (https://res.knps.or.kr/foreigner/main.do).
El ascenso hasta Cheonwangbong demandó aproximadamente cinco horas, poniendo a prueba mi resistencia física y mental. Sin embargo, cada paso valió la pena: las vistas panorámicas desde la cumbre fueron simplemente impresionantes y me llenaron de una profunda satisfacción por haber completado este desafío personal.

Izquierda: La reportera honoraria Laura López Velázquez en la cima del pico Cheonwangbong de Jirisan. Derecha: El refugio de montaña y la panorámica desde la cima. | Laura López Velázquez
Estas experiencias me enseñaron que ascender una montaña en Corea significa también descender hacia las raíces de su historia y cultura, convirtiendo cada sendero en un destino excepcional durante cualquier época del año.
How about this article?
- Like1
- Support0
- Amazing0
- Sad0
- Curious0
- Insightful0